lunes, 26 de marzo de 2018

Rota en placer







Hazme tuya, como lo hacías cuando eran días felices y nada importaba
cuando tus ojos se perdían en la inmensidad de los míos. Mientras tú boca
me devora con ansia como sino hubiera un mañana y las yemas de tus dedos
recorren cada centímetro de mi piel, para gravar en tú memoria el camino a mi
secreto por si fueras a perderte un día en la inmensidad de mis pechos que te 
gritan con anhelo cuando ven tu lengua cálida y juguetona en  mi cuello, que no
te olvides de ir a verlos, dé susurrarles algo suave, dulce al botón chocolateado;
que se levanta como el faro en la playa a espera de su marinero que vea el camino
de regreso a su puerto y allí le espera mi monte de venus. Como tantas otras veces te
abrió sus puertas para acogerte y darte cobijo mientras te daba de beber de él,
te dejaba coger calor al acariciar sus paredes para  descansar y los cantos
de la sirena que acompañan al mar se oyen a lo lejos hasta que las olas hacen que
hartas de romperse en las piedras de la orilla, dé esta cubriera toda la marea.


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